Vecinos, no enemigos
No son infrecuentes los recelos y posicionamientos enfrentados entre vecinos en las comunidades de propietarios. Las diferentes personalidades, hábitos, valores vividos en las familias, procedencia geográfica, proyectos de realización personal, intereses económicos, tener o no hijos en edades determinadas, etc. generan a veces antipatías de vecindad.
No tendría mayor importancia si eso se limitase únicamente a los protagonistas y no se trasladase a las relaciones con otros residentes, lo que a veces, por desgracia, ocurre.
En todo caso, una comunidad es el hecho de compartir cosas de manera conjunta, y el interés de todos es preservar al máximo la cordialidad en la relación, aunque solamente sea por estrategia: lo que hoy le ocurre a uno, mañana puede ocurrirle a otro u otros, y por tanto requerir la colaboración de los demás.
La naturaleza de la sociedad humana exige orden y cooperación para una satisfactoria convivencia y beneficio, y por ello se basa en el juego de las concesiones mutuas.
El Administrador, como profesional independiente, puede ayudar a "limar" o prevenir determinadas situaciones que, en realidad, están esperando precisamente eso.